Automóvil
COCHES Y LAVADORAS
l otro día, en una comida entre amigos, al final de la misma y cuando ya nos despedíamos en el parking del establecimiento, comprobamos que uno de ellos se había comprado un coche nuevo. Fue una conversación de unos minutos, justo para despedirnos, y sin mucho más entusiasmo. Me sorprendió porque hasta ahora, hasta la llegada de esta moda electrificada y la invasión de multimarcas de nombres impronunciables procedentes del más allá, pues siempre había sido un tema de conversación relevante alrededor de una buena mesa entre amigos. Que tiempos aquellos en los que un amigo te iba telegrafiando día a día del proceso de compra de un modelo por el que llevaba soñando años. Ahora todo se ha reducido a un pequeño comentario de “ah, es verdad, me he comprado un coche”. Lo ha considerado una herramienta y su compra no ha sido para nada impulsiva ni emocional, simplemente porque necesitaba un coche por el trabajo y hasta cierto punto se lo impusieron desde el mismo. Pero hizo un comentario en el que desgraciadamente empiezo a estar cada vez más de acuerdo: “si quieres precio, todos los coches son iguales”. Al final las marcas chinas han arrasado con un precio muy competitivo, pero hay que reconocer que son todos iguales. Si te adelanta un coche por la carretera difícilmente podrás distinguir uno de otro. Bueno, tampoco sabrás reconocer la marca aunque consigas leer el impronunciable nombre. No se si se llegaran a instalar profundamente, pero el arraigo no lo van a tener como las marcas europeas de las que muchas cumplen ahora años. El 75 aniversario de Seat es la que más de cerca nos toca a nosotros y por la que nos tenemos que alegrar y a la que más tenemos que apoyar, a mi entender. No solo puso a España sobre ruedas como decía el eslogan, sino que la industrializó y le dio una riqueza que nos ha permitido prosperar. Y como ese arraigo no lo tienen, muchas marcas chinas han comprado el nombre de algún emblema de aquí para despertarnos esa nostalgia, si bien yo soy reticente. Ya que aunque compres el nombre, no compras el alma. Eso está dentro de todos nosotros y cada vez que vemos un producto procedente de las desalmadas mesas de dibujo procedentes de la ruta de la seda tengo la sensación de que son simplemente copias unas de otras. Coches todos iguales y con los mismos colores incluso. No me transmiten absolutamente nada y todo se agrava con el tipo de propulsión eléctrica que llevan ahora los coches para cumplir con las exigencias de la UE y que pierden todavía más personalidad. Pocos han sabido poner alma en propuestas eléctricas, como pueda ser Renault y su R5. Y es que una propia marca sí puede emplear la nostalgia para tocarnos la fibra sensible ya que lo hace desde su propio convencimiento de sus raíces. Pero cuando un “desconocido” compra una marca también de rancia tradición y lo que hace son coches sin alma, solo con un objetivo de ofrecer un precio bajo e inundar la calle con coches baratos sin pensar siquiera que luego necesitan piezas de recambio para reparar, pues me produce una gran tristeza. Por mi parte, apoyaré a las marcas con alma, las que nos han transmitido tantas emociones a lo largo de décadas y que ahora se han visto inmersas en este proceso de transformación a una electrificación que nos hace perder parte de la esencia del automóvil. Y aunque ya nada nunca será igual, por lo menos espero que en la próxima comida con amigos, si alguno ha cambiado de coche, por lo menos nos lo diga con entusiasmo y deseando enseñar su nueva adquisición. Porque sea una decisión meditada y hecha desde el corazón, no como la compra de una lavadora para casa. Seguir leyendo
Las tarifas que se muestran se aplican a las compras a través de la plataforma web de Kiosko y Más